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domingo, 9 de enero de 2011

El Karma me tiene manía

De nuevo disculpas por no haber escrito antes, pero las circunstancias me acompañan. En este momento nos encontramos en Iguazú en la frontera que separa a Brasil de Argentina y esta de Paraguay (que no es nada guay) después de 61 horas de viaje (record absoluto) y después de haber estado a caballo entre dos ciudades del centro de Chile; Valparaíso (Valpo para los amigos) y Villa Alemana. Estos dos lugares separados por 35 km son las némesis una de la otra. Valparaíso, ciudad costera, uno de los principales puertos de Chile, lleva la vida agitada de una gran urbe. El puerto no para de recibir barcos con bodegas cargadas de las mercaderías que posteriormente se distribuirán por el resto del país. El turismo (en sana competencia con su vecina Viña del Mar) es su otra actividad principal. 

Cruceros cargados de guiris atracan en sus muelles para vomitar turistas ávidos de visitar esta ciudad llena de encanto y a la vez tan caótica como cualquier gran ciudad europea. En cierto modo se asemeja a Barcelona,  no en la idiosincrasia de su gente, sino en la distribución del lugar. Una bahía enorme muere en la costanera donde hombres y vehículos se pelean por el poco espacio que hay entre el final del mar y el llano que acaba en las colinas que aquí denominan cerros y que están plagados de viviendas donde la gente hace vida puertas adentro. Para acceder a estos cerros hacen falta ganas y unas buenas piernas. Escalas empinadas te llevan a través de callejones angostos y decorados con bellas pinturas y mosaicos a la parte alta de la ciudad donde por estos días ha sido una de nuestras residencias. Hay un cierto abandono por parte de las autoridades que hace que la mayoría de estos callejones huelan a orín y excremento (humano y animal). 
La casa de la tía de Fer es una lindísima vivienda cuyas vistas de la bahía compensan de lejos el sacrificio que supone subir hasta ella. El recibimiento ha sido excelente por parte de la familia de Fer. Me han dado el calor que me hubieran proporcionado la gente de mi propia familia, y gracias a ellos he podido conocer la otra ciudad de la hablaba al principio. Villa Alemana como es obvio es una villa (aunque le queda poco de alemana, que lo fue) situada en el interior a medio camino entre Valparaíso y Santiago. Tiene esta pequeña ciudad el encanto que le da la tranquilidad de sus calles y el afecto de sus gentes. Es un remanso de paz en medio de la vorágine que consume a las dos grandes urbes que la flanquean. Aquí, he tenido la ocasión de conocer a la otra parte de la familia de Fer que por lo aproximado de nuestra edad ha hecho que la afinidad surja espontáneamente. Lo cierto es que me lo he pasado “de la raja” como dicen aquí. Las comidas familiares se alargan con sobremesas larguísimas que acaban con la “oncena”, término que he acuñado al juntar la merienda (que se toma sobre las 18.00 h) y que aquí llaman “Once” con la cena. Las conversaciones que a veces se convertían en auténticas tertulias se prolongaban en el tiempo de tal forma que no éramos conscientes del paso de las horas.En fin, toda la familia de Fer me ha tratado como uno más y me han hecho conocer lugares que de ir solo nunca habría descubierto.
Después de este larrrrrgo prefacio, a continuación intentaré relatar de forma lo más resumida que pueda mi estancia en Chile.
Ya comenté en la anterior entrada que mi estancia en Temuco, pese a estar en casa de la mamá de Fer, no había sido provechosa ya que las inclemencias del tiempo me habían deshinchado como se deshincha un globo a pleno sol.
Luego optemos por comprar una furgoneta ya que habíamos programado viajar primero a ver a la familia de Fer y luego continuar viaje hacia el norte, visitando Perú y Bolivia. Pero, nuestro gozo en un pozo. La flamante Toyota Jazze que adquirimos por el módico precio de 2.200€ no aguantó la primera parte del viaje y se fundió entrando a Casablanca (unos 50 km al sur de Valparaíso). Allí tuvimos que alojarnos en un aparta-hotel que los lugareños utilizan para el pecado nefando. Tremenda la cara de la recepcionista cundo le dije:
-Hoooola quetalg, necesitaría una habitación para tres (póker face por parte de la recepcionista) yo que me doy cuenta de la mala interpretación corrijo- No, no, si una es mi esposa- La cara de póker se convirtió en cara de sorpresa-escándalo (como si no hubiese visto cosas raras en el hotelito) y vuelvo a corregir- Eggggg, no, no, jajá que la otra es mi suegra- No hay palabras para describir la expresión de la recepcionista, pero interpreté que el mix no era de su agrado cuando de la parte de atrás del mostrador sacó una vara de unos 180cm con la clara intención de adobarme el lomo. Yo por mi parte opté por adoptar la estrategia del manual del superviviente donde en su página 1 dice; si ves que tu enemigo es más fuerte que tú huye como una rata ya que es mejor que digan de ti “aquí corrió” que “aquí murió”. Fer al verme correr como un gamo se interpuso entre la vara y mi delicado lomo explicándole a la señora de que se trataba de un mal entendido y que realmente lo único que pretendíamos era descansar de un viaje que tendría que haber durado 10 horas y que ya nos había ocupado 15.
En fin, a la mañana siguiente y con la ayuda de un taxista (cliente y proveedor a la vez del establecimiento) conseguimos reanimar el moribundo motor de la furgo y así reanudar nuestra marcha. Circulando a 20 km/h arribamos después de una hora y media a Villa Alemana donde nos esperaban con los brazos abiertos. Allí tiene una segunda residencia la hermana de Emilia, la mamá de Fer. La residencia de Tía Alicia es una preciosa casita de unos 70 m2 en un terreno de unos 500 m2 con su piscina y todo. Como la casa no había sido usada durante el invierno, nos dedicamos durante la mañana a adecentarla y hacerla habitable. En cuanto a la furgoneta, deseché la opción de pegarle fuego y así evitarle a otra persona la desagradable experiencia que viví en mis carnes y opté por venderla (con la inestimable ayuda del primo Oscar Campillay y la de Arturo alias “el cazuela” mecánico milagroso y famoso corredor de autos de la zona) y así recuperar parte de la inversión. 
Tía Alicia junto a Oscar (hijo de la primera), Osquítar (hijo del segundo), Marcela Paz (Pasito para los,  hija también del segundo), Marcial (hermano del primero, tío de los segundos, hijo también de la primera y padre de…… Gabriel, Pericles para sus enemigos), Prima Meche (prima de la primera), Tía Eliana (hermana de Alicia y Emilia y prima de Meche tía de Fer, Oscar y Marcial), tío Alfonso, marino mercante durante más de 50 años y marido deeeeeee, este…… tía Eliana.
Todas estas personas han sido mi familia durante las tres semanas que hemos pasado en la zona. ¿Qué?,  ¿os parece un lio? Pues no lo es. No teníamos a penas tiempo libre ya que cada día nos buscaban una actividad o excursión que ocupaba nuestro tiempo a jornada completa. Limpiar el jardín, limpiar y llenar la piscina, podar los árboles, desguazar vehículos 
(Oscar es un fanático de los coches americanos de los 70´s y tiene un precioso Chevy Nova del 69 más otro que está reconstruyendo).
Santiago, Olmué, Quilpué, Limache, Los Andes, Quillota, San Felipe y evidentemente Valparaíso y Viña del Mar, han sido nuestros destinos. El vino ha sido compañero infatigable de comidas y reuniones. He descubierto el “pipeño” que es una especie de vino de Málaga aunque un pelín más rancio, y he abusado terriblemente del sorbete de piña. Lo cierto es que si no hiciese tanto frio en invierno en la zona, seguramente hubiera sido un lugar excelente para quedarnos temporalmente. Pero ya se sabe, del frío me río. Así que compramos los tiques hacia Iguazú al día siguiente de haber contemplado el espectáculo pirotécnico que organizan las ciudades que ocupan la bahía de Valparaíso. Durante media hora el mar y el cielo se iluminaron con los fuegos artificiales que ya se han hecho famosos en el mundo entero y celebran la nueva entrada de año.



Como os comentaba al principio, ahora estamos en Iguazú, Fernanda realizando actividades y yo, bueno yo…… ya os contaré.
Un beso para vosotras un abrazo para vosotros y hasta la próxima. Una vez más, disculpas por la tardanza. Intentaré que la próxima entrada no se demore tanto.
Ciao

3 comentarios:

  1. Miguelito, mi chiquitínnnnnnnn. No sabes la alegría de ver que te encuentras nuevamente por la Argentina y sobre todo, que la familia de Fernanda te han abierto sus casas, sino lo principal, te han brindado todo el amor+grandeza que tienen los hermanos chilenos.
    Disfruta del calorcito y HUMEDAD de Iguazú, que por estos lados nos estamos quedando pingüinos!!!
    Disfruta y vive al TOPE por los que nos quedamos en medio del camino (como yo).
    Ah, y no te hagas el vago que espero siempre vuestras noticias mochileras.
    Y ya que te encuentras en tierras argentinas, va un mensaje en lunfardo:
    Chabón, se piola y que no te curren la guita. Las papusas lindas del rioba son ligeras con las nomas!
    Atenti con la guita!!!!
    Un abrazo a los dos y espero noticias calentitas!

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  2. Hola guapos! Feliz año nuevo de nuevo! qué alegría haber oído vuestras voces y ahora seguiros la pista latinoamericana! echando un vistazo a la entrada en que habláis del Ché, me hizo gracia encontrarme el otro día por los madriles, un artesano de la plata bastante peculiar que se llama Ernesto Fidel, completito, no? Besotes y suerte por Iguazú!!!!

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  3. Gracias Edith y Monica: Si ha sido una experiacia preciosa tanto para Miguel como para mi. Ahora estamos en Iguazu trabajando un poco y aprovechando de la buena gente y de las cosas que el karma nos tiene preparadas. Todo fluye muy bien.
    Besos para las dos y las recordamos siempre.

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