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lunes, 21 de noviembre de 2011

Guadalajara, DF, Piste y Tulúm, final de una etapa.

Mochilerosviajeros sigue su ruta por tierras mexicanas para poder mostraos lo que quizá vosotros podáis ver con vuestros propios ojos en alguna ocasión.

Nos quedábamos en el trayecto que nos llevaría a Guadalajara, capital de estado de Jalisco. Ni siquiera nos planteamos la posibilidad de quedarnos por algún tiempo en la ciudad ya que era imposible conseguir una cama a precio asequible. 
Los juegos Panamericanos habían cobrado todo el protagonismo necesario para impedir esta cuestión. Resignados a marchar esa misma noche dedicamos gran parte del día a recorrer el centro histórico convertido en bullicioso lugar de paso para personas de todo el continente. Sus calles peatonales se abarrotaban de público ansioso por hacerse fotos en los lugares emblemáticos de esta capital. Nos dejamos arrastrar por la marea humana hasta llegar a la plaza Tapatía, centro neurálgico y político de la ciudad. 

Tuvimos la suerte de asistir a un desfile protagonizado por una multitud de “charros” y “adelitas” montados ambos grupos en briosos corceles y portando las banderas de todas las naciones participantes en los juegos. En el mercado central pudimos disfrutar de la comida típica del lugar y ver como la convivencia de lo clásico con lo nuevo ya que en este se mezclan los locales de diseño (aún pocos) con los tradicionales puestos de comida de toda la vida. Dispuestos a otra larga etapa en los cómodos autobuses de largo recorrido que tienen en este país, nos embarcamos ya de noche hacia Ciudad de México también conocida como el DF, hábitat del “chilango”. 
De mañana nos plantemos en la capital administrativa de México y en seguida nos mezclamos con sus gentes. Dado que habíamos tenido la suerte de estar a apenas dos cuadras de la catedral aprovechamos la coyuntura para visitarla. Esta catedral se sitúa en lo que antiguamente era un templo menor de Tenochtitlán comenzó como una pequeña iglesia fundada por Hernán Cortés (que de cortés tenía poco ya que se paso por la piedra  a la mayoría de los habitantes de esta ciudad Azteca) en la primera mitad del siglo XVI y concluyó en la primera mitad del siglo XIX, (y nos quejamos de la Sagrada Familia). 


Se aprovechó para su construcción los restos de la antigua ciudad y actualmente hay un museo justo al lado que te muestra lo poco que queda de la capital del imperio Azteca. Esta ciudad se pudo construir al desecar los canales que la rodeaban y es por eso que en muchas partes está hueca. Justo frente a la catedral se localiza el famoso zócalo, que es como se denomina en todo el país a las plazas centrales. En la anterior ocasión que visitamos la capital, la plaza estaba tomada por unos manifestantes que exigían la dimisión del actual presidente alegando que su lucha contra el narco había traído más desgracias que beneficios, además no se cortaban un pelo al acusarlo de complicidad con el cartel de Sinaloa ya que su líder, el famoso “Chapo Guzmán” es cuñado de Calderón. En esta ocasión la plaza se encontraba ocupada por la feria del libro.

He de decir que la extensión del zócalo  o Plaza de la Constitución (nombre oficial) mide casi 5 hectáreas y que por lo tanto son muchos los expositores que allí se pueden situar. Aprovechamos la mañana para visitar esta feria y darnos una vuelta por las calles aledañas, probar su rica comida callejera y mirar las curiosidades que puedes encontrar en sus múltiples comercios típicos. Dado que era lunes y en ese día el conjunto arqueológico  de Teotihuacán se encuentra cerrado decidimos visitarlo a la mañana siguiente.
Teotihuacán se halla a unos 40 km al norte del DF un autobús urbano te lleva desde la terminal norte a este impresionante sitio arqueológico. No se sabe a ciencia cierta quien construyó esta ciudad, pero se sabe que es una de las más antiguas de la cultura mesoamericana. Los mexicas la denominaban “ciudad donde nacían los dioses”. La realidad es que este sitio fue habitado desde antes de que naciera Cristo y su apogeo lo tubo entre los siglos III y VII, siendo el centro político y económico de la región. Después, como la mayoría de ciudades fue abandonada. Las principales atracciones del lugar son la Pirámide de la Luna y la del Sol comunicadas estas por la Calzada de los Muertos. Cuando subes a la pirámide más alta (la del Sol) puedes observar toda su extensión. Desgraciadamente, unas obras impiden que se pueda completar la subida a la pirámide de la Luna, pero el ascenso a la primera te cansa tanto que casi no es necesaria la segunda paliza. Con un par de hora tienes tiempo suficiente para visitar el sitio y el museo que se encuentra en el mismo recinto y que es gratuito.


Al día siguiente nos dirigimos al bosque de Chapultepec que es el parque urbano más grande de latino América. Son 800 hectáreas de lagos artificiales, caminos, paseos y monumentos que hacen de este lugar el refugio perfecto si lo que quieres es apartarte un poco del bullicio capitalino. Un paseo de unas dos horas nos llevó a descubrir rincones de autentica belleza. Descubrimos también con asombro un hecho casi desconocido. La participación de la aviación mexicana en la segunda guerra mundial, en concreto en la zona del pacífico contra los japoneses, después que estos hundieran un petrolero con bandera mexicana. 
En este bosque se desarrolló también una de las batallas más importantes de la guerra entre México y lo que en aquel entonces era los Estados Unidos. Dado que nuestros anfitriones perdieron esa guerra tuvieron que dar como compensación casi el 55 % del territorio mexicano que comprendían los actuales estados de Texas, Nuevo México y California. Cansados nos dirigimos de nuevo a nuestro lugar de hospedaje preparándonos para la paliza que nos esperaba. Salimos del DF de noche y 20 horas después arribamos a Pisté, pueblo que se encuentra al lado del otro famoso sitio arqueológico: Chichén Itzá. 
Dado que llegamos por la tarde, aplazamos la visita a las ruinas hasta el día siguiente. Lo cierto es que nos favoreció el hecho de estar en temporada baja para encontrar un alojamiento digno y barato.
Aprovechamos la tarde para pasear por las solitarias calles de este pequeño pueblo que hasta el descubrimiento del yacimiento no tenía otro atractivo. Todo gira alrededor de sitio y todos sus habitantes se dedican de una manera u otra al turismo, es por eso que no hay actividad alguna en la calle principal a excepción de la típica tienda de abarrotes o el súper de turno.  Bien temprano nos dirigimos a la ciudad. Un corto paseo de apenas dos kilómetros nos llevó a la entrada del recinto. Chichén Itzá o “Boca del Pozo” es un conjunto de edificaciones que al igual que la mayoría de ciudades mayas fueron ocupadas por diferentes culturas. Está dedicada al dios Kukulcán (pariente de Gneis Kán…. no que es broma jejeje) y destacan en el conjunto la zona del juego de pelota, donde el ganador era sacrificado (fíjate) el observatorio y el templo de Kukulcán con 365 escalones (1 por año). 
En su lado norte se encuentran dos cabezas de serpiente que durante el equinoccio, él sol hace que aparezcan la siluetas de unas serpientes proyectadas sobre la balaustrada. A destacar también el cenote sagrado, espectacular agujero donde se ofrecían los sacrificios al dios Chaak, señor de las lluvias. Casi tres horas nos llevó visitar el lugar, atosigados en todo momento por los vendedores que ofrecían sus mercancías “manufacturadas” con la inscripción Made in China en el reverso de muchas de ellas. La bomba vamos. 




Al día siguiente salimos para Tulúm, última etapa de nuestro periplo mexicano. En un trayecto de cuatro horas nos plantamos en esta turística ciudad con la sana intención de visitar el último de  los sitios arqueológicos que teníamos programados en este viaje. 
También aprovecharía para demostrar mis habilidades como buceador sumergiéndome en un par de cenotes atacando así uno de mis fobias; morir. Nos alojamos cerca del centro, desgraciadamente no estábamos solos en la habitación ya que las chinches que vivían allí no estaban muy de acuerdo en que compartiéramos espacio. 
El Weary Travel Hostel no se merece ese nombre, pero en fin, paso de hablar de ese tugurio, mi crítica en Trip Advisor bastará. Pues a lo que voy. Visitamos las ruinas de Tulúm que se caracterizan por estar al lado del mar…..y ya está. No puedo decir nada mas pues todo lo que he visto antes me ha impresionado y esto pese a ser la segunda vez que lo visitaba me dejó frío. Ahora, la experiencia de bucear en los cenotes, eso ya es otra cosa. 
Contraté un par de inmersiones y un snorkel para que Fer  pudiera disfrutar también de la inmersión en cenote. De buena mañana nos dirigimos al Cenote El Pit. Para llegar a él hay que internarse en la selva y rodar durante un buen trecho con un 4X4 en condiciones. Para iniciar el buceo tienes que realizar un salto de 6 metros con el equipo puesto. Todo un reto. Luego Rodrigo (el instructor) me llevó a 45 metros de profundidad para contemplar los restos humanos que allí se encuentran. La inmersión se completa visitando otros huesos y diferentes piezas de cerámica que se hallan un poco más arriba. Para prolongar la inmersión, Rodrigo me prestó oxígeno de su tanque. Una experiencia brutal, muy buena y que recomiendo sin ninguna duda. Luego aprovechando la proximidad nos dirigimos a snorkelear al cenote Dos Ojos. Sus aguas transparentes te invitan a que te sumerjas en ellas sin ningún miedo. Lo cierto es que es muy sencillo hacer todo el recorrido por la superficie y Fernanda pudo disfrutar por fin de una actividad compartida. 
Por último nos dirigimos al cenote Calaveras que debe su nombre al dibujo que componen sus tres entradas. Lo cierto es que si las dos primeras inmersiones fueron estupendas, esta me dejó un regusto algo amargo. La sensación de claustrofobia se incrementó a medida que nos adentrábamos  en sus múltiples vías. La oscuridad absoluta te rodeaba en todo momento, sólo el haz de luz de la linterna te daba una idea de lo que tenías delante. Luego lo angosto de sus cavidades hicieron que en varias ocasiones me planteara seriamente comunicar al guía mis deseos irrefrenables de salir echando virutas de allí. Una vez cumplido mi deseo, esperamos un día más para dirigirnos a Cancún donde tomaríamos el vuelo que nos devolvería a Colombia y desde allí iniciaríamos nuestro camino al sur. 
Siempre digo que México es mi país de adopción y que pese a estar tan lejos siempre lo llevo en mi corazón. Espero no tardar mucho en visitar este lugar que tanto me gusta y que considero como mi segunda patria. En la próxima entrada, comentaré nuestra tortuosa experiencia por las carreteras colombianas y ecuatorianas. Espero que hayáis disfrutado de este relato. Si no me equivoco quedan todavía un par de ellos. Así que estad atentos y como siempre gracias por estar ahí.
Un beso enorme de estos mochilerosviajeros y hasta la próxima.
Saludos
Fer y Miguel.


sábado, 19 de noviembre de 2011

Ahhhh!!!!! Chihuahua.

Mochilerosviajeros continúa sus relatos esta vez como comenté en la anterior entrada, será un monográfico sobre Chihuahua o Chihuas a secas. Y como voy haciendo últimamente, tiro de recurso literario y comienzo con una anécdota.
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En el Último Samurái, film protagonizado por Cruise, donde interpreta a un atormentado oficial de la caballería gringa, hay una escena donde un asesor cultural le pide que le describa cómo hacen los indios para cortar las cabelleras de sus enemigos caídos y es te le responde en medio de un rapto alcohólico algo así; - Imagine como te puedes sentir cuando una persona llena de odio a la que no conoces te tira del pelo y empieza a cortar desde la frente con un cuchillo oxidado y sin filo, hasta arrancarte el cuero cabelludo-. Lo cierto es que no es literal y lo escribo de memoria pero es algo parecido. Pues bueno, como siempre los guionistas de Hollywood se han lucido con sus paridas. ¿Se cortaban cabelleras? La respuesta es; si. Pero no eran precisamente los indios los que cometían tal acto de barbarie. Más abajo lo explico. 
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Comenzamos:
 El hecho de visitar de nuevo Chihuas me llenaba de alegría no tan sólo por ver a mis amigos, si no, por volver a rememorar mis anteriores visitas donde disfruté tanto de esta ciudad. Nos personamos bien temprano en la terminal de buses y hicimos la llamada de rigor a mi amigo (casi hermano) Jamir Luna. El plan no era otro que dejar las mochilas en casa de la mamá de su recién nacido vástago “Jamircito” y buscar acomodo para el mes que teníamos pensado pasar allí. Jamir se presentó con cara de sueño y nos llevó a su actual morada en las colonias periféricas de esta urbe de casi 1 millón de habitantes. 
 He de decir que a Jamir lo conocí en mi primera visita a México 7 años atrás y que de ahí nació una mistad que ha perdurado con el paso del tiempo. El tipo tiene 25 años, no sabe lo que es trabajar ya que se dedica al complicado mundo de la música. Tiene un talento estremecedor tanto para interpretar como para componer canciones y los diferentes clubs de la ciudad donde se toca música en vivo se lo disputan. Fue el creador en la ciudad del “chero pop”, una variedad artística que consiste en agarrar una canción famosa y cambiarle la letra para que resulte graciosa y eso lo hizo famoso, de tal forma que no damos un paso por la calle sin que alguien lo reconozca y lo salude. A parte compone tremendas rolas que casi no tiene oportunidad de presentar ya que la gente le exige los temas de su famoso compact “Grandes Shits” que vende en los lugares donde toca. Le van saliendo bolos en diferentes partes del estado y el gobierno le subvenciona de vez en cuando para sus proyectos artísticos. Con eso va tirando. Ha tocado junto a Fito Páez que lo alabo repetidamente. Seguimos con la búsqueda de alojamiento y he  de decir que lo intentamos por activa y por pasiva, pero los acomodos no alcanzaban el stardar de calidad y precio al que teníamos que ajustarnos.
  Casi todos los hoteles que visitamos y que podíamos pagar eran tugurios donde las prostitutas y las chinches trabajaban por igual. Al borde de la extenuación, coincidimos con quien fue nuestro anfitrión para esa primera jornada. Deambulando por el centro nos encontramos con Carlos Alejandro Aguilar Weber, también conocido por Carlos Aguilar o por Alex Weber según la entidad financiera que lo buscara. Alex es un tipo alegre y dicharachero que ronda la cincuentena. Músico al igual que Jamir, no tardamos en caernos bien. Al enterarse de nuestra situación, no dudó en ofrecernos su casa para que pasáramos nuestra  primera noche. Nuestro nuevo amigo, había dejado su trabajo de contable y había vuelto a la música 20 años después de abandonarla casi por completo. Ahora sobrevivía con los bolos que le iban saliendo y con las clases particulares de música que daba a domicilio. Así pues, nos dirigimos a su humilde morada que consistía en un departamento a dos alturas con lo básico, un piano, varias guitarras así como bajos y dos gatos eran los compañeros de nuestro nuevo amigo. La noche fue terrible ya que tanto Fer como yo somos altamente alérgicos a los animales peludos y la rinitis casi no nos dejó pegar ojo. Al día siguiente nos encomendamos a misión de conseguir un nuevo lugar para descansar dada la incompatibilidad de nuestra salud con los mininos.
 Casualmente fuimos a parar cerca de donde vivían los Anchondo. En mi segundo viaje a chihuas conocí a Pamela Anchondo, una guapa mujer que posteriormente viajó a España para casarse con su querido Manrique, un sevillano salao y simpatiquísimo que tuve la suerte de conocer en una visita a la capital hispalense y que luego tuvimos el placer de acudir a su boda celebrada en San Lucar de Barrameda. Fue en esta boda donde conocí a los padres de Pamela. Dado que Pam me había proporcionado la dirección de casa de sus padres no dudemos en hacerles una visita de cortesía. Tanto el doctor Anchondo, como la Sra. Imelda y el hermano de Pam; José, nos acogieron con los brazos abiertos y al enterarse de nuestra precaria situación en lo que a estancia se refiere nos ofrecieron un departamento que tenían en la parte superior de su vivienda. 
 La situación no podía ser mejor ya que se encontraba a penas una cuadra del centro de la ciudad donde durante todo un mes se iban a celebrar los fastos correspondientes al 201 aniversario de la proclamación de la independencia de este país. Contentos como pulgas en perro gordo, trasladamos nuestra impedimenta a la que sería por más de un mes nuestra morada así como punto de partida de las diferentes excursiones que teníamos planeado hacer. He de reconocer que no podíamos haber tenido mejores anfitriones ya que nos enseñaron la variada gastronomía de la zona así como nos pusieron al día de las novedades que iban aconteciendo en la ciudad. También sirvió para que el “doc” aplacara mi sed de sabiduría contestando a todas las preguntas que hacía a todas horas, demostrando una paciencia infinita por su parte. José e Imelda se conocieron muy de jovencitos, el “doc” estaba iniciando su carrera de medicina e Imelda la de enfermería.
Actualmente José “doc” Anchondo, realizaba su labor en el hospital del Seguro Social en un agotador turno de 40 horas que realizaba el fin de semana. Mientras Imelda se dedicaba a las tarea propias de un ama de casa. 
 José Jr. por su parte era comercial de venta de vehículos en un conocido concesionario local. Nuestra primera excursión nos llevó a Santa Isabel a unos 50 km de la capital. Este es un ejemplo claro de villa típica del norte de México. Sus calles, nos hicieron recordar el viejo oeste aunque estuvieran asfaltadas. Allí Imelda nos contó que su abuelo solía dar refugio al famoso Pancho Villa en su hacienda situada a apenas dos cuadras del ayuntamiento. Una visita al rio que discurre por el lugar nos sirvió para conocer un poco más de la cultura norteña. Ya en la ciudad aprovechábamos el tiempo para deambular por las populosas calles de la capital del llamado “Estado Grande”. Evidentemente el nombre le viene al pelo ya que la extensión del estado de Chihuahua es de unos 250. 000 km2 donde cabría todo nuestro país. Esta zona a parte de protagonizar el inicio de la revolución que acabaría con el mandato del incombustible Porfirio Díaz a principios del siglo XX, fue también una de las más castigadas en las llamadas “guerras indias” que pese  a que la industria cinematográfica yankee ha situado en su territorio se desarrolló en gran parte aquí mismo. 
 Al parecer tanto los apaches, comanches, chiricauas, mezcaleros, navajos, lipanos y jicarillas (todos ellos pertenecientes a la misma tribu apache pero conocidos por diferentes nombres según el territorio en el que se asentaban), se dedicaban a hacer incursiones hostiles por todo este y el vecino estado de Sonora asesinando, robando y aterrando a la población que allí residía. Cuando comenzó la política de represalias por parte del gobierno de la república a principios del XIX se ideó una fórmula para asegurar el pago de recompensas por parte del gobierno. Para poder cobrar, los cazadores tenían que traer las cabelleras del enemigo abatido. Esta bárbara costumbre la iniciaron las tribus godas de centro Europa mientras agonizaba el Imperio Romano  y fue recuperada por los cazadores de recompensas mexicanos. 
 Es por eso que pese a lo que nos cuente la factoría peliculera de los “estates”, los primeros que comenzaron a cortar cabelleras fueron los mexicanos a los indígenas y no al revés. No digo que luego estos últimos siguieran el ejemplo, pero no en la época en que los pioneros se dedicaron a llegar al oeste americano si no unos 60 años antes. Otra falacia desmentida. Estas guerras tuvieron su apogeo hasta bien entrada la segunda mitas del siglo XIX, primero con Vitorio, luego con Cochise y finalmente con Gerónimo que fueron los grandes jefes apaches. Como solución, los estadounidenses decidieron trasladar a los pocos apaches que quedaban a una reserva en Florida, pero las fiebres de los pantanos casi los exterminaron. Finalmente el belicoso Gerónimo murió a principios del siglo XX de causas naturales.
 Perdón por desviarme del tema, pero el “doc” me estuvo instruyendo sobre esta parte de la historia que me apasiona.
Como decía antes de desviarme con el asunto de los indios, las tardes las dedicábamos a pasear por el centro y por las noches me reunía con mis amigos  en los lugares donde tocaban. El Cal y Canto, La Quinta Morelos, El Paseo y El Tío Taco, eran los sitios que frecuentábamos. Allí bebíamos cervezas y manteníamos acaloradas discusiones sobre todo lo escrito. Así fueron pasando los días. Nuestra segunda excursión la realizaríamos a Camargo, en el sur del estado. Para eso nos tocó rentar un vehículo. El  apego que tengo al desierto lo descubrí la primera vez que viaje al oasis de Siwa en pleno desierto Libio, luego en marruecos ha seguido la fascinación por lo árido del paisaje y aquí tenía la oportunidad de estar de nuevo en el desierto. Tomamos el coche y nos fuimos en busca de aventura. He de decir que aquí todas las ciudades se parecen. Delicias me pareció igual que Camargo y no muy diferente de Jiménez. 
 Lo cierto es que andábamos buscando algo que no encontremos. En otra ocasión. Así que volvimos ya entrada la noche a recuperarnos del viaje. Aquí las distancias son enormes y como las carreteras no es que sean una delicia (eso sí, son mejores que cualquier parte de centro América y parte de Sur América), pues tardas un huevo en cubrir cualquier tramo. Aprovechamos el hecho de disponer de vehículo para visitar las grutas de Nombre de Dios. Un vestigio de la huella que dejó la minería en la búsqueda de mineral de plata en estas tierras. Lo cierto es que se trata de un lugar casi desconocido y apartado de las pocas rutas turísticas que tiene la ciudad. La visita fue muy interesante a la vez que sofocante ya que la humedad que había bajo tierra era muy alta. 
 Al parecer los conquistadores descubrieron estas grutas persiguiendo a los indígenas que las utilizaban como refugio. Iniciaron la explotación minera para luego descubrir que la beta madre era tan exigua que no valía la pena explotarla. Pese a todo abrieron las galerías en busca del preciado metal y utilizaron a los “gamusinos”, (ojo, no confundir con los animales imaginarios del mismo nombre) que eran los indígenas que utilizaban para ir explorando las diferentes grutas. En estas cuevas se pueden apreciar las estalagmitas y estalactitas depositadas con el paso de millones de años, así como las formaciones calcáreas translúcidas que salpican el recorrido. Lo sorprendente es que  trayecto en el que apenas estuvimos 1 hora, antes tardaban como 12   horas en realizarlo. Hay en la ciudad diferentes construcciones que vale la pena visitar. Entre ellas destacan la Quinta Gameros y el Palacio de Gobierno, en el se encuentra la celda donde Miguel Hidalgo pagó cautiverio por haber declarado la independencia de España. Posteriormente, el padre de la patria fue ajusticiado, decapitado y su cabeza fue trasladada a la capital de Nueva España como escarmiento para sus seguidores.

También cabe mencionar la cantidad de estatuas dedicadas a Pancho Villa conocido como el Centauro del Norte que hay en la city, así como los monumentos a la Diana Cazadora, Cuauhtémoc y diferentes héroes de la independencia. Pancho Villa es otro referente para la ciudad. Este personaje fue héroe y villano por partes iguales. Resulta que cuenta la leyenda que le dio matarile a un tipo que había violado a su hermana y para evitar represalias se echó al monte. Luego de una trayectoria de pillaje, se unió a una partida de bandoleros. En esa época el país estaba dividido en dos facciones y al parecer el grupo al que se unió Pancho Villa se decantó por una de ellas, al parecer la progresista. Sus éxitos en la campaña le valieron el ascenso y el nombramiento de Gobernador Civil de Chihuahua. Este bajó los precios de los alimentos básicos y se convirtió en un líder para la población. Poco después en otra refriega tuvo el valor de irse a Nuevo México y atacar Columbus y no dejar piedra sobre piedra. Ahí ya pinchó en hueso y el ejército de los “estates” lo convirtió en su enemigo mandando a 10. 000 jinetes en su busca. No lograron atraparlo. Amnistiado, se refugió en una finca que le cedió el gobierno por los servicios prestados durante tres años. Más tarde volvió a la política, pero los celos del aspirante a la presidencia hicieron que este conjurara para asesinarlo y así le preparó una emboscada donde acabó con su vida. Fueron trece años muy intensos que dejaron huella en estas gentes y este estado.
Hicimos una nueva excursión esta vez a la Sierra Madre en concreto a la villa de Creel. 
 Este pequeño pueblo enclavado en medio de las montañas es un lugar especial para todo mochilero que se precie. Lo cierto es que no tiene un atractivo especial a parte de los impresionantes paisajes que se contemplan mientras atraviesas estas reviradas carreteras de montaña. La calle principal se ha convertido en un bazar para turistas que hacen el trayecto Los Mochis – Chihuahua y viceversa. La parada de tren de Divisadero te da la oportunidad de contemplar la Barranca del Cobre y si eres más avezado puedes conseguir que  los pueblos tarahumaras de los alrededores te acepten por un par de días y puedas ver como sobreviven estas gentes con lo mínimo. 
 Nada más, el tiempo se nos echaba encima como un mendigo a la salida del banco y lamentablemente tendíamos que abandonar la ciudad en la que me siento como en casa. Muy temprano nos dirigimos  a la estación del Chepe, que es la línea Chihuahua-Pacífico y la única que transporta pasajeros en sus vagones. Nos esperaban 16 horas de subidas y bajadas, de ver ríos y contemplar cañones de hasta 2.000 metros de altura. Ya de noche llegamos a los Mochis para descubrir que la distancia a Mazatlán era de sólo tres horas. No queríamos presentarnos en una ciudad a las 3 de la mañana, no era lo más seguro y por lo tanto decidimos marchar directamente a Guadalajara donde llegaríamos por la mañana haciendo escala para llegar de nuevo a Ciudad de México. Pero eso ya es otra historia.
Antes he explicado brevemente lo aprendido sobre los indígenas que habitaban estas tierras. Otra parte en la cual también fui instruido es la tocante a la independencia de este país del yugo español. Es apasionante ya que pese a haber empezado éste movimiento independentista en 1810 no sería hasta 11 años más tarde cuando se consumaría como país y aún tardaría tres lustros reconocida como nación todo gracias a los padres de la patria mexicanos que no salían de una y se metían en otra. Me estuve informando y ahondé en las diferentes biografías de los mártires de la independencia sólo para descubrir que estas mismas personas que lo que buscaban era quitarse el yugo explotador del español, eran burgueses a los que el único interés que les movía era eliminar sus vínculos con España para poder seguir cometiendo los mismo abusos pero ya siendo una nación libre. 
La historia de México se ha escrito sobre la traición, empezando por “la Malinche” que ayudó a Hernán Cortés a fundir a Moctezuma, Cuitlahuac y  Cuauhtémoc y acabando por la pandilla de traidores que se iban apuñalando unos a otros para conseguir el poder. O ¿acaso una nación tarda 26 años en ser declararse como tal por que si? Evidentemente esto lo digo por la información que he recogido y desde un punto de vista totalmente subjetivo. Durante 5 lustros los padres de la patria se estuvieron dando cera hasta que finalmente se consiguió un consenso, pero no antes. He de decir que los mismos abusos que hacían los “gachupines” como denominaban a los españoles en estas tierras posteriormente lo hicieron igual los indianos,  hijos de “gachupines”  o mestizos que lo único que buscaban era dejar de pagar impuestos a la denostada corona. 




Esto terminó temporalmente con la revolución de 1910, pero desgraciadamente se ha visto que el país en sí tiene diferentes males endémicos y que no son causados precisamente por la herencia española. Es por eso que me toca mucho la moral cuando un tipo me acusa de haber sometido a su pueblo, cuando seguramente serían sus antepasados los que hicieron eso y no los míos. También he podido observar el cambio que ha habido a causa de la lucha del narco contra todo sistema. La gente ya no se plantea hacer fiestas multitudinarias, ya que en una de esas aparecen un grupo de asesinos y te quitan del tabaco. La seguridad también ha aumentado y la presencia policial en las calles es  continua. Aunque la corrupción es otro de los males endémicos que asolan este bello país, ahora se hacen políticas en contra de esta para evitar que los servidores públicos caigan en sus redes, no siempre se consigue, pero de momento las iniciativas para acabar con la corrupción en la base de la policía son muy buenas. Por ejemplo: Se han subido los sueldos a los profesionales de todos los ámbitos de la seguridad ciudadana y tráfico, a los juristas y a los fiscales públicos. Se incentiva la no corrupción dando casas a los funcionarios que durante 5 años haya mantenido limpio su expediente. Es un comienzo tímido, pero es un comienzo.

Bueno amigos he de decir que este relato lo comencé en Cancún 20 días atrás y no ha sido hasta ahora que no he podido terminarlo ya que las circunstancias del viaje no me lo han permitido. En breve publicaremos la siguiente entrada donde describiremos nuestro paso por Guadalajara, Ciudad de México, Pisté y Tulúm. Posteriormente se hará la entrada del resto del viaje por sur América que implica Colombia, Ecuador y Perú. Espero que seáis comprensivos en la cuestión de la espera, ya que realmente no encuentro tiempo para hacer estos relatos. 
 
Como siempre se despiden estos viajeros, ahora agotados hasta la próxima. Muchos besos y abrazos de vuestros amigos Fernanda y Miguel.