http://www.9flats.com/es/

martes, 20 de diciembre de 2011

Otra vez en Colombia y la ruta de la muerte, Ecuador y Perú. Regreso a Chile.

Saludos mochilerosviajeros que seguís pacientemente este blog que casi toca a su fin. Este será el último en que contaremos nuestra travesía por sur América, aunque espero que en un futuro no muy lejano siga escribiendo sobre nuestros viajes a otros lugares. Queda alguno más donde se darán cifras y otros relatos que han quedado en el tintero y no me he atrevido a publicar por pudor estético. 
Se dice que una muy buena idea puede acabar siendo una cagada y si no que se lo digan a la gente que invirtió en su momento en el sistema de video “Betamax” o posteriormente en el Laser Disc.

En fin, ya desde Chile y con la seguridad y el confort que da el saber que tenemos un techo fijo comenzamos este relato no muy largo, pero intenso. Sin duda.
Con todo el dolor de mi corazón nos despedimos de México para iniciar el descenso continental que nos habría de llevar hasta donde nos encontramos ahora. Al facturar el equipaje, creí buena la idea de pedir el asiento en salida de emergencia ya que siempre hay más espacio para las piernas y se supone que el trayecto se hará más cómodo. Todas las compañías aéreas en las que he viajado (y son muchas) te permiten reclinar el asiento unos 30º  para descansar agradablemente. ¿Todas? No. Avianca tiene la política de hacer que un viaje de apenas 5 horas se convierta en una tortura medieval, ya que si los asiento normales se inclinan a penas  10º, los de salida de emergencia no se inclinan en absoluto lo que provoca que pases todo el trayecto como si fueras de pié y de paso evita que te puedas dormir, con lo que por obligación los pasajeros que ocupan esos asientos has de estar alerta por si hay un accidente poder accionar las puertas de emergencia. Como si en un accidente aéreo tuvieras tiempo antes de darte la castaña de prepararte para la incidencia y permanecer impasible no dejándote vencer por la histeria. En fin. Se unió también a tan agradable trayecto el hecho de que llevaba a cuestas un resfriado del copón acompañado por un torrente de mocos que no cesaba de caer por mi nariz cual cascada en época de deshielo. El efecto que provoco en mi anatomía la presión en cabina fue terrible ya que todos la mucosidad se me acumuló en la parte frontal de la cabeza y taponó mis oídos de tal forma que me resultaba imposible sonarme sin que pareciera que de repente por mis orejas iban a salir despedidos los mocos acumulados. 
Y así varias horas. Un viaje del todo agradable vamos. Bueno. Bien temprano aterrizamos en el aeropuerto de Bogotá para marchar a Cartagena de Indias. También quiero decir que el citado aeropuerto de El Dorado parece más bien una terminal de autobuses que un aeropuerto internacional, pero estoy seguro que las autoridades subsanarán este problema en cuanto tengan un rato o les den un mundial. Sobre las 08:00h nos arribamos a Cartagena con la misión de conseguir un bus que nos llevara a Santa Elena primero y luego a nuestro destino final por aquella agotadora jornada.
 Ya en Taganga, nos alojamos en el hostel donde habíamos dejado parte de nuestro equipaje al iniciar la ruta por centro América. Allí pudimos contactar con Esteban, el compañero de viaje al que nos habíamos unido  en varias ocasiones. Se encontraba acompañado por su novia Naty y el regreso prometía ser ameno y rápido gracias al Jeep Patriot de su propiedad. La primera etapa nos llevaría a la capital del país y nos daría la oportunidad de visitar el Museo del  Oro. 
Las carreteras de Colombia no se caracterizan por su buen estado y pudimos comprobarlo in situ ya que nos costó Dios y ayuda llegar hasta Bogotá. Bien temprano nos tuvimos que comer el atasco característico de toda gran ciudad. Nos alojamos en un hostel que quedaba relativamente céntrico y dediquemos el día a pasear y dormir para recuperarnos de la tremenda paliza que nos habíamos metido en el cuerpo. Como la mayoría de capitales de países sur americanos el desorden es la tónica habitual. El caos invade sus calles y las gentes se preocupan poco más de su propia integridad física que de otra cosa, evitando el tráfico que te puede llevar por delante cuando menos lo esperas ya que los pequeños mini buses que transportan a la gente hacía destinos más populosos aunque menos concurridos no respetan señal vertical ni horizontal que se interponga entre ellos y su próxima parada. 
Bogotá cuenta con un sistema de transporte centralizado que funciona al parecer bien, pero sólo abarca las grandes avenidas, olvidando por completo las villas periféricas. Nos desplazamos caminando por la plaza de armas una vez el sol se puso ya que es imposible salir a la calle cuando lorenzo te castiga el cogote. Lo cierto es que tampoco hay mucho que ver. Al ser una ciudad situada entre montañas y a una altura significativa, los días soleados son abrasadores y las noches heladoras. Al segundo día decidimos dejarnos caer por el Museo del Oro donde se muestra el trabajo de los indígenas que poblaron estas tierras desde la prehistoria hasta bien entrada la época de los conquistadores. La muestra vale la pena ya que se concentra en ella una cantidad de objetos impresionante que no hay que perderse. A continuación nos dirigimos al sur en lo que tenía que ser nuestra segunda etapa y que nos permitiría alcanzar la frontera con el Ecuador. 
La primera parte de la aventura no fue mal a parte de un pinchazo solventado sin más novedad. La segunda, ya es otra historia. Una historia de miedo. Decidimos seguir la ruta que nos llevaba al sur y luego desviarnos al Oeste hacia Popayán y así coger la ruta que viene de Cali y te lleva hasta la frontera. Pero nuestro GPS no estaba muy de acuerdo con ello y decidió llevarnos por la ruta que a esta jodida máquina le pareció mejor. Haced una cosa si tenéis tiempo. Mirad en el Google Maps el mapa de Colombia, acercaos lo suficiente para ver la ruta 45 hacia el sur. Esta ruta pasa por Mocoa. Si miráis a la izquierda podréis ver una ciudad que se llama San Francisco. Si os acercáis más, veréis que hay dos rutas para llegar a esta, una medio en condiciones y otra que parece sacada de la peor pesadilla de un camionero. Ahora acercaos más y centraos en esta ruta. Clicad en satélite para que cambie a imagen real y……. a cagarse.
Esta ruta tiene como unos 45 km de camino sin asfaltar y tramos donde la vía es tan estrecha que resulta imposible que pasen dos vehículos al tiempo. En el Google va acompañado de fotografías, hay una que pone Mirador, hasta ahí llegamos. Además en muchas ocasiones está flanqueada por acantilados donde no se ve el fondo y que seguramente si cayeras, sería más económico dejarte allí que formar una patrulla de rescate. El colmo fue que poco antes de entrar en esa ruta le había comentado a mi compañero de viaje que sería interesante cargar el vehículo de gasolina ya que teníamos que prepararnos para cualquier imprevisto. El hecho de que solo fueran 45 km le hizo pensar que ya que teníamos autonomía para más de 100 no hacía falta ninguna. Las pendientes pronunciadas y lo malo del camino hicieron que el gasto de gasolina se disparara y que cuando llevábamos más o menos la mitad de la ruta, nos quedáramos más tirados que una colilla, en medio de la nada. La fortuna hizo que por allá pasaran unos trabajadores que iban al pueblo  que se encontraba a un ahora y media de donde estábamos en un 4x4 y claro me presenté voluntario para ir a buscar carburante. Una hora y media de machacar mi columna vertebral por esa carretera infame, más una hora entre comprar el combustible y otra hora y media de subida hicieron que mi cuerpo se resintiese de manera que parecía que me habían pasado por una trituradora. Tres veces tuve que hacer el puto trayecto. En fin, es lo que hay. Así que después continuamos el camino y por la noche nos plantamos en la frontera con Ecuador. Sin ninguna novedad, entramos en el país y nos dirigimos a la ciudad más habitable que nos quedaba cerca; Tulcán. Allá el encontrar alojamiento fue una pesadilla ya que la gente aprovecha los festivos para dejarse caer por la frontera y aprovechar el tipo de cambio comprando artículos sobre todo de primera necesidad como son, televisores de plasma de 40 pulgadas, consolas de video juegos, ordenadores y lo que está rompiendo esta temporada en el lugar; El robot que cocina solo poniendo los ingredientes en el recipiente, la bomba. Sin ningún pudor, contratan a porteadores que pasan estos artículos por la frontera (véase rio) que separa los dos países, ante el relajo de las autoridades locales de ambos países. Lo fácil que nos hubiera resultado pasar 4 kg de cocaína sin que si quiera se molestasen en revisar ni el vehículo ni los equipajes. Ver  para creer. Así que después de mucho buscar nos alojamos en un hotelito para pasar la noche. Al día siguiente salimos para la capital; Quito, donde arribamos ya en la tarde. 
Lo cierto es que estábamos tan agotados que dedicamos nuestro precioso tiempo a relajarnos en la habitación. Cuando nos despertamos y después de un frugal desayuno,  aprovechamos para dar una vuelta por esta preciosa ciudad colonial llena de monumentos y donde las gentes se mezclan en sus bulliciosas calles. Tuvimos la suerte de poder visitar varias exposiciones y de pasera por toda la ciudad vieja. Un espectáculo. Hacía tiempo que no me impresionaba visitando una urbe. Hay que reconocer que está muy bien cuidada y que se ha invertido mucho dinero para tal fin.

Evidentemente no te puedes librar de la gente que te persigue para que les des unas monedas y de los niños limpiabotas que tienen que abandonar sus poblados por acompañar a sus padres al sueño de la civilización. Estos niños como otros tantos pierden la inocencia demasiado pronto y lo demuestran con descaro a la hora de intentar timarte. Su base de operaciones se encuentra frente a la iglesia principal de la ciudad. 
Una bella muestra del arte colonial y que impresiona no sólo por su decoración y su atrio o su altar mayor, si no, por las pinturas que cuelgan de las paredes y que tienen una belleza espectacular. Cabe destacar también que más al norte se levanta una monstruosidad que pese a representar el arte gótico, fue construida a principio del siglo XX. 
Las calles de la zona antigua con sus subidas y bajadas están repletas de lugares donde puedes comer por unos pocos quetzales, tiendas de recuerdos y comercios varios abarrotan los locales que flanquean estas calles. Dos días tuvimos para recorrer a conciencia esta urbe que está entre lo moderno y lo antiguo. Dado que en pocos días teníamos que estar por fuerza en Perú, no tuvimos tiempo de ver casi nada más. Así que volvimos a ponernos en marcha y entrada la noche llegamos a otra zona fronteriza. Los trámites para pasar el vehículo de un país a otro suelen ser farragosos y por eso nos demoramos bastante a la hora de abandonar un país y acceder a otro. Pese a todo logramos alcanzar cerca del medio día la “famosa” ciudad de Máncora, meca de los surfistas por sus alojamientos baratos y sus olas en un mar embravecido y flanqueado por un bello desierto. 
La verdad es que a todos nos pareció un churro de lugar, pero el boca a boca a hecho que esta pequeña villa se acomoden surfistas de todo el mundo ávidos de congelarse las pelotillas y dejarse los dientes en las escarpadas rompientes que salpican esta inacabable costa peruana. Pasamos la noche en Chiclayo. Nada que mencionar. Ah, sí, tiene un Mall. Partimos de nuevo a la aventura con la esperanza de alcanzar cualquier ciudad grande para pasar la noche y así plantarnos el Lima al día siguiente. Como siempre, nuestro gozo en un pozo. Pese a haber insistido en que había que comprar un neumático de repuesto para evitar lo inevitable, justo cuando estábamos haciendo unas medias de velocidad y kilometraje espectaculares, saltó el drama. 
Pinchamos de nuevo, haciendo mierda el neumático que ya estaba malogrado por otra reparación y dejándolo inservible. Los hados quisieron que nos pasara a apenas 100 metros de una llantería (que es como llaman aquí a los lugares donde los reparan los susodichos), pero la chapucera reparación que nos hicieron solo sirvió para circular durante unos 30 km más. Volvimos a pinchar pero esta vez no tuvimos la suerte de estar cerca de algún lugar habitado, si no, en medio de la nada. Bueno, no tan nada. En realidad caímos al lado de un puesto donde los camioneros a falta de gasolineras, reponen el combustible (o lo venden), buscando un beneficio mutuo.

El hecho de que el tipo tenía el coeficiente intelectual de un gusano de tierra (al haberse embrutecido por la falta de contacto humano), hizo que pasara de nuestra cara y se negó categóricamente a avisar a algún transporte que nos pudiera sacar del “embolao”. Visto lo visto, decidimos tomar el tema con filosofía y nos pusimos a dormir. Sin duda el habernos acostumbrado a dormir en un autobús contribuyó a  que en pocos minutos nos quedáramos como un leño. 
A la mañana siguiente nos vimos en la obligación de hacer dedo para que unos camioneros nos llevaran a la ciudad más próxima y así solucionar el problema. Una hora y media más tarde nos colocamos en Huacho donde no nos quedó más remedio que comprar un neumático nuevo a precio de oro (la oferta y la demanda, se entiende). Otro trayecto a la inversa y alguna que otra discusión con el remisero pesado que nos trasladó hasta donde se encontraba el vehículo y pudimos partir hasta la capital limeña. Naty, la novia de Esteban tenía que coger el vuelo que salía a las 22.00 horas y lo cierto es que llegábamos con el tiempo justo. Busquemos un alojamiento barato (entiéndase por alojamiento barato los moteles por horas donde las señoritas que venden su cuerpo llevan a los clientes) y esperamos hasta que llegara la hora de trasladar a Naty hasta el aeropuerto. Esteban, acuciado por una serie de problemas, nos comunicó que no le quedaba otra que partir hacia Santiago esa misma noche y que por lo tanto dábamos nuestra asociación temporalmente por terminada ya que no quise hacerme cargo del vehículo dado lo especial del país y la cohorte de policías corruptos de los cuales no habíamos escapado, teniendo que pagar a dos impresentables que se hacen llamar “servidores de la ley” 50 soles por una infracción que habíamos cometido kilómetros atrás. 
En fin. De nuevo dependiendo solamente de nosotros y habiendo visitado Lima lo suficiente para comprobar que es un truño (excepto el barrio chino que es muy cuco) y que hay que ser de una raza especial para conducir por sus calles, nos dispusimos a marchar a Cuzco para visitar uno de los objetivos del viaje Machu Pichu. 22 horas nos costó llegar a esta ciudad situada a casi 3400 metros sobre el nivel del mar y como no, me apuné. 
Apunarse significa que el cuerpo no reacciona demasiado bien a la altura que te deja hecho un trapo. Pese a eso, en cuanto encontramos alojamiento, pasamos por la dolorosa experiencia de contratar el tour por un día que te conduce a ver una de las nuevas 7 maravillas del mundo. Como la excursión comenzaba a las 05:30 horas del día siguiente y dado que era apenas medio día nos dimos un garbeo por la zona antigua de Cuzco o Cusco (las dos acepciones son correctas). Bueno, para empezar,  Cuzco es muy bonito, hay que reconocerlo, pero no deja de ser un lugar de paso para los viajeros que quieren conocer la joya de la corona de los monumentos peruanos, ¿o podríamos decir, del monumento peruano? Y eso se refleja en la cantidad de gringos que hay paseando por sus calles en chancletas y manga corta, resistiendo con estoicismo el frio andino y mostrando sus blancas carnes amoratadas por la falta de preparación en lo que al abrigo se refiere.
La Plaza de Armas y sus diferentes iglesias y casonas coloniales hacen de este un lugar especial donde dejarse llevar por el flujo de la gente. Aprovechamos para probar la variante de comida china adaptada al gusto peruano y llamada “chaufa”. Todo es “chaufa” y si hay  que significar  un producto estrella en la gastronomía local se trata sin duda del menospreciado pollo, base alimenticia de la población, alimento barato y asequible para todos los bolsillos en sus diferentes preparaciones…. o sea frito, con patatas o con arroz. Hablando de patatas. Perú ha tenido diferentes conflictos con su vecino chileno, hasta tal punto que lo que hoy es el norte de Chile, hasta finales del siglo XIX había sido el sur del Perú. En la guerra del pacífico, donde se significo un marino llamado Arturo Prat cuyo único hecho heroico fue abordar un barco enemigo al grito de “vamos mis valientes, que esto no es ná” antes de que lo cosieran a balazos y cayera la mar y que gracias a eso hoy todas las ciudades chilenas tienen por lo menos una calle o un monumento dedicado a tal insigne pro hombre, hizo que Chile combatiera contra el Perú y contra Bolivia que luchaban “a la limón” contra el furor expansionista chileno (y para quedarse con las minas de cobre, todo hay que decirlo) y que acabó cortándole la salida al mar a Bolivia y con la pérdida de territorio por parte de Perú. 
A lo que iba, que ya me estoy desviando. Actualmente hay dos conflictos que subyacen el uno con el otro y que de vez en cuando aparecen para potenciar el patriotismo de ambos países competidores. El uno es el “pisco”. Bebida espirituosa proveniente del destilado de uva, de agradable sabor y alto contenido alcohólico (como un aguardiente, para entendernos), donde se disputan el invento del Pisco Sour (pronúnciese sagüer) que es un coctel con pisco, limón  y algo de azúcar, que si es chileno, que si peruano y así toooda la vida, la verdad es que a mí no me gusta. Luego está lo de la patata. Los peruanos siempre dicen que el Imperio Inca se desarrolló al rededor de la patata. Pero mi pregunta es esta; si los conquistadores pasaron antes por lo que hoy es Perú y tardaron un huevo en llegar al sur de Chile ¿Por qué la primera vez que mencionan la existencia del preciado tubérculo es cuando arriban a la isla de Chiloé? ¿Eeeeeeiiiiinnnnggggg?. Ellos sabrán. Uffff, se me ha ido la olla. 
Bueno estaba a punto de contar nuestra aventura en Machu Pichu. Como decía antes de este largo interludio la furgoneta nos recogió sobre las 05:30 y fuimos haciendo la ruta del la recogida del guiri por todo Cuzco. Ya en la carretera fuimos descendiendo por una tortuosa carretera que nos llevó después de una hora al lugar donde recogeríamos el tren que a su vez os trasladaría al famoso yacimiento. Ollantaytambo es el punto desde que se parte, si no has optado por salir directamente de Cuzco. El trayecto bordea la zona andina con la flora que nos ha acompañado durante casi todo el periplo por este país. Un bello rio acompaña al tren en gran parte del camino. Ya, en aguas calientes (un pequeño pueblo que se ha hecho famoso por estar cerca del sitio nos subimos a un bus que nos dejaría a las puertas de esta maravilla.
La mala suerte nos acompañó en cuanto entramos pues nos tocó el guía más gilipollas que nos podíamos haber echado a la cara. El tipo se inventaba los datos y estaba más preocupado en ligar con dos gringas que por atender las preguntas del grupo. 
En fin, un desastre. Os voy a dar una descripción de lo que allí vimos dado la inutilidad del elemento en cuestión. Nada más entrar hay una subida que te permite admirar en todo su esplendor la antigua ciudad inca abandonada precipitadamente al saber que el máximo guerrero del imperio, Manco Inca había perdido su batalla con los conquistadores españoles y había decidido suicidarse lanzándose a un precipicio antes de caer en manos de los bárbaros que nunca llegaron a poner los pies en ella aunque conocían de su existencia. Ya en el siglo XIX varios europeos mencionaron la localización del sitio, pero no le dieron la importancia que merecía ya que lo único que les importaba es sacar algún provecho económico que no consiguieron. En realidad fue un gringo ayudado por un local el que redescubrió en la primera década del siglo pasado y dio a conocer lo que denominó  la Ciudad Perdida de los Incas, gracias a diferentes subvenciones se pudo desbrozar la zona de árboles hasta dejarla lo suficientemente habilitada para su provecho turístico. 
Naturalmente los quechuas conocían la ciudad con el nombre que ahora se le aplica y que quiere decir “montaña vieja”. Al parecer esta ciudad era un lugar sagrado al que sólo tenían acceso los más importantes sacerdotes de esta cultura. Llegando a la ciudad por el famoso Camino del Inca, se reunían aquí para hablar de sus cositas y tal. También se especuló con la posibilidad de que fuese una ciudad de vacaciones para las clases dirigentes, vamos un antiguo Benidorm. La casa del vigía corona toda la construcción donde destacan dispersas por diferentes zonas ; El templo del Sol, el Mausoleo, la Residencia Real, Grupo Cóndor, la Plaza Sagrada y un conjunto espectacular de terrazas que rodean toda la zona. La verdad es que lo que más sorprende es el conocido hecho de que para unir las piedras no utilizaron ninguna argamasa, si no que utilizaron lo que se conoce comúnmente como “el contrapelo”. Las diferentes construcciones que utilizaron esta modalidad de armado se han conservado casi íntegramente con el paso de los siglos. 
Después de dos horas de recorrer el lugar, nos quedaba lo más duro, esperar el último tren que salía de Aguas Calientes para Ollantaytambo. Eran como 6 horas de espera, que se alargaron al retrasarse el tren. Luego llegamos sobre las doce al final del trayecto, pero nos esperaban todavía dos horas más hasta que el conductor nos dejara a las puertas de nuestro hostal. Una paliza. Al día siguiente iniciábamos nuestro camino al sur para llegar primero a Arequipa donde inmediatamente después nos subiríamos a otro bus que nos conduciría a Tacna a pocos kilómetros de la frontera con Chile. Ya al medio día cruzábamos la línea imaginaria que separa estos dos países para alojarnos en Arica por un día antes de salir en avión para la capital de Chile. El norte de Chile es desolador, pese que siempre he declarado mi amor eterno al desierto, este desierto no es un lugar como para quedarse.
La verdad es que no me gustó lo que vi. Además nos encontramos con el problema de lidiar con una señora que nos pedía una cantidad desorbitante por dormir en la habitación que habría querido para él el conde Drácula. Primera decepción en Chile. Luego con toda nuestra ilusión nos trasladamos a Villa Alemana, ciudad dormitorio para las personas que trabajan en Valparaíso o Viña del Mar dado que la vía férrea llega hasta allí, o incluso en Santiago, donde hay autobuses que salen a cada momento. Como dije al principio, este será el último blog que escribiré de este viaje. Espero que durante el tiempo en el que nos habéis acompañado en esta vuelta por el continente americano os  hayáis divertido. Han habido momentos buenos y malos, los choques culturales han marcado sin duda todo el recorrido, ya que pese a estar tan cerca en cuanto a costumbres, la distancia que marca el océano es enorme. También me sorprendió que pese a tener una visión generalizada de que sud América está avanzando a pasos agigantados hacia la modernidad esta idea no es cierta y también que muchos países que supuestamente están en pleno desarrollo económico solo sean eso países que siempre estarán en desarrollo porque nunca llegaran al final del camino. Hay mucha ilusión por salir del agujero donde han estado obligatoriamente por culpa de dictadores e intereses económicos de los vecinos del norte, pero hay pocas ganas de trabajar. No generalizo por supuesto, pero lamentablemente mi experiencia me dice que el crecimiento por ejemplo en Brasil es un espejismo. Que los gobiernos que supuestamente van a ayudar al pueblo se convierten en dictaduras populares donde solo se benefician unos pocos. Es el claro ejemplo de Ecuador y Perú, sin obviar Venezuela naturalmente donde Hugo Chávez manda en base a la cantidad de petróleo que exporta a precio irrisorio para mantener precisamente estos gobiernos “supuestamente” populares. Luego está centro América que a excepción de Costa Rica cuya infraestructura viaria deja muchísimo que desear, todos los demás países permanecen en el límite del mundo moderno. Sigo diciendo que esto no es una crítica, sólo una opinión basada en la observación. A mi parecer sólo se salvan un par de países, que son México (pese a su índice de criminalidad) y Chile (pese a sus dirigentes). Luego un aparte para Argentina, que pese a ser un país que siempre me ha impresionado y cuya gente es encantadora, sigue equivocándose al elegir a sus políticos. La actual situación argentina me recuerda mucho a la España del 2006 donde nos situábamos en la “champion league” de la economía mundial. Sé que tengo muchos amigos “kischnneristas” y que están muy ilusionados con las propuestas de la presidenta, pero he sentido en mis carnes trabajando en el norte los estragos causados por políticas anteriores que han dejado el país en manos de auténticos descerebrados.


Evidentemente creo que está claro que todo lo que está pasando actualmente en estos países que están en él grupo de “emergentes” es pan para hoy y hambre para mañana y lamentablemente nosotros en Europa lo estamos viviendo en estos momentos. Bueno, me dejo de pendejadas y me despido hasta el próximo relato.
Como siempre un brazo para vosotros y un beso para vosotras (a la inversa en caso de Fer) de estos dos viajeros que casi dan por terminado y valga la redundancia este viaje.



Un saludo de Fer y Miguel.


lunes, 21 de noviembre de 2011

Guadalajara, DF, Piste y Tulúm, final de una etapa.

Mochilerosviajeros sigue su ruta por tierras mexicanas para poder mostraos lo que quizá vosotros podáis ver con vuestros propios ojos en alguna ocasión.

Nos quedábamos en el trayecto que nos llevaría a Guadalajara, capital de estado de Jalisco. Ni siquiera nos planteamos la posibilidad de quedarnos por algún tiempo en la ciudad ya que era imposible conseguir una cama a precio asequible. 
Los juegos Panamericanos habían cobrado todo el protagonismo necesario para impedir esta cuestión. Resignados a marchar esa misma noche dedicamos gran parte del día a recorrer el centro histórico convertido en bullicioso lugar de paso para personas de todo el continente. Sus calles peatonales se abarrotaban de público ansioso por hacerse fotos en los lugares emblemáticos de esta capital. Nos dejamos arrastrar por la marea humana hasta llegar a la plaza Tapatía, centro neurálgico y político de la ciudad. 

Tuvimos la suerte de asistir a un desfile protagonizado por una multitud de “charros” y “adelitas” montados ambos grupos en briosos corceles y portando las banderas de todas las naciones participantes en los juegos. En el mercado central pudimos disfrutar de la comida típica del lugar y ver como la convivencia de lo clásico con lo nuevo ya que en este se mezclan los locales de diseño (aún pocos) con los tradicionales puestos de comida de toda la vida. Dispuestos a otra larga etapa en los cómodos autobuses de largo recorrido que tienen en este país, nos embarcamos ya de noche hacia Ciudad de México también conocida como el DF, hábitat del “chilango”. 
De mañana nos plantemos en la capital administrativa de México y en seguida nos mezclamos con sus gentes. Dado que habíamos tenido la suerte de estar a apenas dos cuadras de la catedral aprovechamos la coyuntura para visitarla. Esta catedral se sitúa en lo que antiguamente era un templo menor de Tenochtitlán comenzó como una pequeña iglesia fundada por Hernán Cortés (que de cortés tenía poco ya que se paso por la piedra  a la mayoría de los habitantes de esta ciudad Azteca) en la primera mitad del siglo XVI y concluyó en la primera mitad del siglo XIX, (y nos quejamos de la Sagrada Familia). 


Se aprovechó para su construcción los restos de la antigua ciudad y actualmente hay un museo justo al lado que te muestra lo poco que queda de la capital del imperio Azteca. Esta ciudad se pudo construir al desecar los canales que la rodeaban y es por eso que en muchas partes está hueca. Justo frente a la catedral se localiza el famoso zócalo, que es como se denomina en todo el país a las plazas centrales. En la anterior ocasión que visitamos la capital, la plaza estaba tomada por unos manifestantes que exigían la dimisión del actual presidente alegando que su lucha contra el narco había traído más desgracias que beneficios, además no se cortaban un pelo al acusarlo de complicidad con el cartel de Sinaloa ya que su líder, el famoso “Chapo Guzmán” es cuñado de Calderón. En esta ocasión la plaza se encontraba ocupada por la feria del libro.

He de decir que la extensión del zócalo  o Plaza de la Constitución (nombre oficial) mide casi 5 hectáreas y que por lo tanto son muchos los expositores que allí se pueden situar. Aprovechamos la mañana para visitar esta feria y darnos una vuelta por las calles aledañas, probar su rica comida callejera y mirar las curiosidades que puedes encontrar en sus múltiples comercios típicos. Dado que era lunes y en ese día el conjunto arqueológico  de Teotihuacán se encuentra cerrado decidimos visitarlo a la mañana siguiente.
Teotihuacán se halla a unos 40 km al norte del DF un autobús urbano te lleva desde la terminal norte a este impresionante sitio arqueológico. No se sabe a ciencia cierta quien construyó esta ciudad, pero se sabe que es una de las más antiguas de la cultura mesoamericana. Los mexicas la denominaban “ciudad donde nacían los dioses”. La realidad es que este sitio fue habitado desde antes de que naciera Cristo y su apogeo lo tubo entre los siglos III y VII, siendo el centro político y económico de la región. Después, como la mayoría de ciudades fue abandonada. Las principales atracciones del lugar son la Pirámide de la Luna y la del Sol comunicadas estas por la Calzada de los Muertos. Cuando subes a la pirámide más alta (la del Sol) puedes observar toda su extensión. Desgraciadamente, unas obras impiden que se pueda completar la subida a la pirámide de la Luna, pero el ascenso a la primera te cansa tanto que casi no es necesaria la segunda paliza. Con un par de hora tienes tiempo suficiente para visitar el sitio y el museo que se encuentra en el mismo recinto y que es gratuito.


Al día siguiente nos dirigimos al bosque de Chapultepec que es el parque urbano más grande de latino América. Son 800 hectáreas de lagos artificiales, caminos, paseos y monumentos que hacen de este lugar el refugio perfecto si lo que quieres es apartarte un poco del bullicio capitalino. Un paseo de unas dos horas nos llevó a descubrir rincones de autentica belleza. Descubrimos también con asombro un hecho casi desconocido. La participación de la aviación mexicana en la segunda guerra mundial, en concreto en la zona del pacífico contra los japoneses, después que estos hundieran un petrolero con bandera mexicana. 
En este bosque se desarrolló también una de las batallas más importantes de la guerra entre México y lo que en aquel entonces era los Estados Unidos. Dado que nuestros anfitriones perdieron esa guerra tuvieron que dar como compensación casi el 55 % del territorio mexicano que comprendían los actuales estados de Texas, Nuevo México y California. Cansados nos dirigimos de nuevo a nuestro lugar de hospedaje preparándonos para la paliza que nos esperaba. Salimos del DF de noche y 20 horas después arribamos a Pisté, pueblo que se encuentra al lado del otro famoso sitio arqueológico: Chichén Itzá. 
Dado que llegamos por la tarde, aplazamos la visita a las ruinas hasta el día siguiente. Lo cierto es que nos favoreció el hecho de estar en temporada baja para encontrar un alojamiento digno y barato.
Aprovechamos la tarde para pasear por las solitarias calles de este pequeño pueblo que hasta el descubrimiento del yacimiento no tenía otro atractivo. Todo gira alrededor de sitio y todos sus habitantes se dedican de una manera u otra al turismo, es por eso que no hay actividad alguna en la calle principal a excepción de la típica tienda de abarrotes o el súper de turno.  Bien temprano nos dirigimos a la ciudad. Un corto paseo de apenas dos kilómetros nos llevó a la entrada del recinto. Chichén Itzá o “Boca del Pozo” es un conjunto de edificaciones que al igual que la mayoría de ciudades mayas fueron ocupadas por diferentes culturas. Está dedicada al dios Kukulcán (pariente de Gneis Kán…. no que es broma jejeje) y destacan en el conjunto la zona del juego de pelota, donde el ganador era sacrificado (fíjate) el observatorio y el templo de Kukulcán con 365 escalones (1 por año). 
En su lado norte se encuentran dos cabezas de serpiente que durante el equinoccio, él sol hace que aparezcan la siluetas de unas serpientes proyectadas sobre la balaustrada. A destacar también el cenote sagrado, espectacular agujero donde se ofrecían los sacrificios al dios Chaak, señor de las lluvias. Casi tres horas nos llevó visitar el lugar, atosigados en todo momento por los vendedores que ofrecían sus mercancías “manufacturadas” con la inscripción Made in China en el reverso de muchas de ellas. La bomba vamos. 




Al día siguiente salimos para Tulúm, última etapa de nuestro periplo mexicano. En un trayecto de cuatro horas nos plantamos en esta turística ciudad con la sana intención de visitar el último de  los sitios arqueológicos que teníamos programados en este viaje. 
También aprovecharía para demostrar mis habilidades como buceador sumergiéndome en un par de cenotes atacando así uno de mis fobias; morir. Nos alojamos cerca del centro, desgraciadamente no estábamos solos en la habitación ya que las chinches que vivían allí no estaban muy de acuerdo en que compartiéramos espacio. 
El Weary Travel Hostel no se merece ese nombre, pero en fin, paso de hablar de ese tugurio, mi crítica en Trip Advisor bastará. Pues a lo que voy. Visitamos las ruinas de Tulúm que se caracterizan por estar al lado del mar…..y ya está. No puedo decir nada mas pues todo lo que he visto antes me ha impresionado y esto pese a ser la segunda vez que lo visitaba me dejó frío. Ahora, la experiencia de bucear en los cenotes, eso ya es otra cosa. 
Contraté un par de inmersiones y un snorkel para que Fer  pudiera disfrutar también de la inmersión en cenote. De buena mañana nos dirigimos al Cenote El Pit. Para llegar a él hay que internarse en la selva y rodar durante un buen trecho con un 4X4 en condiciones. Para iniciar el buceo tienes que realizar un salto de 6 metros con el equipo puesto. Todo un reto. Luego Rodrigo (el instructor) me llevó a 45 metros de profundidad para contemplar los restos humanos que allí se encuentran. La inmersión se completa visitando otros huesos y diferentes piezas de cerámica que se hallan un poco más arriba. Para prolongar la inmersión, Rodrigo me prestó oxígeno de su tanque. Una experiencia brutal, muy buena y que recomiendo sin ninguna duda. Luego aprovechando la proximidad nos dirigimos a snorkelear al cenote Dos Ojos. Sus aguas transparentes te invitan a que te sumerjas en ellas sin ningún miedo. Lo cierto es que es muy sencillo hacer todo el recorrido por la superficie y Fernanda pudo disfrutar por fin de una actividad compartida. 
Por último nos dirigimos al cenote Calaveras que debe su nombre al dibujo que componen sus tres entradas. Lo cierto es que si las dos primeras inmersiones fueron estupendas, esta me dejó un regusto algo amargo. La sensación de claustrofobia se incrementó a medida que nos adentrábamos  en sus múltiples vías. La oscuridad absoluta te rodeaba en todo momento, sólo el haz de luz de la linterna te daba una idea de lo que tenías delante. Luego lo angosto de sus cavidades hicieron que en varias ocasiones me planteara seriamente comunicar al guía mis deseos irrefrenables de salir echando virutas de allí. Una vez cumplido mi deseo, esperamos un día más para dirigirnos a Cancún donde tomaríamos el vuelo que nos devolvería a Colombia y desde allí iniciaríamos nuestro camino al sur. 
Siempre digo que México es mi país de adopción y que pese a estar tan lejos siempre lo llevo en mi corazón. Espero no tardar mucho en visitar este lugar que tanto me gusta y que considero como mi segunda patria. En la próxima entrada, comentaré nuestra tortuosa experiencia por las carreteras colombianas y ecuatorianas. Espero que hayáis disfrutado de este relato. Si no me equivoco quedan todavía un par de ellos. Así que estad atentos y como siempre gracias por estar ahí.
Un beso enorme de estos mochilerosviajeros y hasta la próxima.
Saludos
Fer y Miguel.


sábado, 19 de noviembre de 2011

Ahhhh!!!!! Chihuahua.

Mochilerosviajeros continúa sus relatos esta vez como comenté en la anterior entrada, será un monográfico sobre Chihuahua o Chihuas a secas. Y como voy haciendo últimamente, tiro de recurso literario y comienzo con una anécdota.
****************************************************************
En el Último Samurái, film protagonizado por Cruise, donde interpreta a un atormentado oficial de la caballería gringa, hay una escena donde un asesor cultural le pide que le describa cómo hacen los indios para cortar las cabelleras de sus enemigos caídos y es te le responde en medio de un rapto alcohólico algo así; - Imagine como te puedes sentir cuando una persona llena de odio a la que no conoces te tira del pelo y empieza a cortar desde la frente con un cuchillo oxidado y sin filo, hasta arrancarte el cuero cabelludo-. Lo cierto es que no es literal y lo escribo de memoria pero es algo parecido. Pues bueno, como siempre los guionistas de Hollywood se han lucido con sus paridas. ¿Se cortaban cabelleras? La respuesta es; si. Pero no eran precisamente los indios los que cometían tal acto de barbarie. Más abajo lo explico. 
****************************************************************
Comenzamos:
 El hecho de visitar de nuevo Chihuas me llenaba de alegría no tan sólo por ver a mis amigos, si no, por volver a rememorar mis anteriores visitas donde disfruté tanto de esta ciudad. Nos personamos bien temprano en la terminal de buses y hicimos la llamada de rigor a mi amigo (casi hermano) Jamir Luna. El plan no era otro que dejar las mochilas en casa de la mamá de su recién nacido vástago “Jamircito” y buscar acomodo para el mes que teníamos pensado pasar allí. Jamir se presentó con cara de sueño y nos llevó a su actual morada en las colonias periféricas de esta urbe de casi 1 millón de habitantes. 
 He de decir que a Jamir lo conocí en mi primera visita a México 7 años atrás y que de ahí nació una mistad que ha perdurado con el paso del tiempo. El tipo tiene 25 años, no sabe lo que es trabajar ya que se dedica al complicado mundo de la música. Tiene un talento estremecedor tanto para interpretar como para componer canciones y los diferentes clubs de la ciudad donde se toca música en vivo se lo disputan. Fue el creador en la ciudad del “chero pop”, una variedad artística que consiste en agarrar una canción famosa y cambiarle la letra para que resulte graciosa y eso lo hizo famoso, de tal forma que no damos un paso por la calle sin que alguien lo reconozca y lo salude. A parte compone tremendas rolas que casi no tiene oportunidad de presentar ya que la gente le exige los temas de su famoso compact “Grandes Shits” que vende en los lugares donde toca. Le van saliendo bolos en diferentes partes del estado y el gobierno le subvenciona de vez en cuando para sus proyectos artísticos. Con eso va tirando. Ha tocado junto a Fito Páez que lo alabo repetidamente. Seguimos con la búsqueda de alojamiento y he  de decir que lo intentamos por activa y por pasiva, pero los acomodos no alcanzaban el stardar de calidad y precio al que teníamos que ajustarnos.
  Casi todos los hoteles que visitamos y que podíamos pagar eran tugurios donde las prostitutas y las chinches trabajaban por igual. Al borde de la extenuación, coincidimos con quien fue nuestro anfitrión para esa primera jornada. Deambulando por el centro nos encontramos con Carlos Alejandro Aguilar Weber, también conocido por Carlos Aguilar o por Alex Weber según la entidad financiera que lo buscara. Alex es un tipo alegre y dicharachero que ronda la cincuentena. Músico al igual que Jamir, no tardamos en caernos bien. Al enterarse de nuestra situación, no dudó en ofrecernos su casa para que pasáramos nuestra  primera noche. Nuestro nuevo amigo, había dejado su trabajo de contable y había vuelto a la música 20 años después de abandonarla casi por completo. Ahora sobrevivía con los bolos que le iban saliendo y con las clases particulares de música que daba a domicilio. Así pues, nos dirigimos a su humilde morada que consistía en un departamento a dos alturas con lo básico, un piano, varias guitarras así como bajos y dos gatos eran los compañeros de nuestro nuevo amigo. La noche fue terrible ya que tanto Fer como yo somos altamente alérgicos a los animales peludos y la rinitis casi no nos dejó pegar ojo. Al día siguiente nos encomendamos a misión de conseguir un nuevo lugar para descansar dada la incompatibilidad de nuestra salud con los mininos.
 Casualmente fuimos a parar cerca de donde vivían los Anchondo. En mi segundo viaje a chihuas conocí a Pamela Anchondo, una guapa mujer que posteriormente viajó a España para casarse con su querido Manrique, un sevillano salao y simpatiquísimo que tuve la suerte de conocer en una visita a la capital hispalense y que luego tuvimos el placer de acudir a su boda celebrada en San Lucar de Barrameda. Fue en esta boda donde conocí a los padres de Pamela. Dado que Pam me había proporcionado la dirección de casa de sus padres no dudemos en hacerles una visita de cortesía. Tanto el doctor Anchondo, como la Sra. Imelda y el hermano de Pam; José, nos acogieron con los brazos abiertos y al enterarse de nuestra precaria situación en lo que a estancia se refiere nos ofrecieron un departamento que tenían en la parte superior de su vivienda. 
 La situación no podía ser mejor ya que se encontraba a penas una cuadra del centro de la ciudad donde durante todo un mes se iban a celebrar los fastos correspondientes al 201 aniversario de la proclamación de la independencia de este país. Contentos como pulgas en perro gordo, trasladamos nuestra impedimenta a la que sería por más de un mes nuestra morada así como punto de partida de las diferentes excursiones que teníamos planeado hacer. He de reconocer que no podíamos haber tenido mejores anfitriones ya que nos enseñaron la variada gastronomía de la zona así como nos pusieron al día de las novedades que iban aconteciendo en la ciudad. También sirvió para que el “doc” aplacara mi sed de sabiduría contestando a todas las preguntas que hacía a todas horas, demostrando una paciencia infinita por su parte. José e Imelda se conocieron muy de jovencitos, el “doc” estaba iniciando su carrera de medicina e Imelda la de enfermería.
Actualmente José “doc” Anchondo, realizaba su labor en el hospital del Seguro Social en un agotador turno de 40 horas que realizaba el fin de semana. Mientras Imelda se dedicaba a las tarea propias de un ama de casa. 
 José Jr. por su parte era comercial de venta de vehículos en un conocido concesionario local. Nuestra primera excursión nos llevó a Santa Isabel a unos 50 km de la capital. Este es un ejemplo claro de villa típica del norte de México. Sus calles, nos hicieron recordar el viejo oeste aunque estuvieran asfaltadas. Allí Imelda nos contó que su abuelo solía dar refugio al famoso Pancho Villa en su hacienda situada a apenas dos cuadras del ayuntamiento. Una visita al rio que discurre por el lugar nos sirvió para conocer un poco más de la cultura norteña. Ya en la ciudad aprovechábamos el tiempo para deambular por las populosas calles de la capital del llamado “Estado Grande”. Evidentemente el nombre le viene al pelo ya que la extensión del estado de Chihuahua es de unos 250. 000 km2 donde cabría todo nuestro país. Esta zona a parte de protagonizar el inicio de la revolución que acabaría con el mandato del incombustible Porfirio Díaz a principios del siglo XX, fue también una de las más castigadas en las llamadas “guerras indias” que pese  a que la industria cinematográfica yankee ha situado en su territorio se desarrolló en gran parte aquí mismo. 
 Al parecer tanto los apaches, comanches, chiricauas, mezcaleros, navajos, lipanos y jicarillas (todos ellos pertenecientes a la misma tribu apache pero conocidos por diferentes nombres según el territorio en el que se asentaban), se dedicaban a hacer incursiones hostiles por todo este y el vecino estado de Sonora asesinando, robando y aterrando a la población que allí residía. Cuando comenzó la política de represalias por parte del gobierno de la república a principios del XIX se ideó una fórmula para asegurar el pago de recompensas por parte del gobierno. Para poder cobrar, los cazadores tenían que traer las cabelleras del enemigo abatido. Esta bárbara costumbre la iniciaron las tribus godas de centro Europa mientras agonizaba el Imperio Romano  y fue recuperada por los cazadores de recompensas mexicanos. 
 Es por eso que pese a lo que nos cuente la factoría peliculera de los “estates”, los primeros que comenzaron a cortar cabelleras fueron los mexicanos a los indígenas y no al revés. No digo que luego estos últimos siguieran el ejemplo, pero no en la época en que los pioneros se dedicaron a llegar al oeste americano si no unos 60 años antes. Otra falacia desmentida. Estas guerras tuvieron su apogeo hasta bien entrada la segunda mitas del siglo XIX, primero con Vitorio, luego con Cochise y finalmente con Gerónimo que fueron los grandes jefes apaches. Como solución, los estadounidenses decidieron trasladar a los pocos apaches que quedaban a una reserva en Florida, pero las fiebres de los pantanos casi los exterminaron. Finalmente el belicoso Gerónimo murió a principios del siglo XX de causas naturales.
 Perdón por desviarme del tema, pero el “doc” me estuvo instruyendo sobre esta parte de la historia que me apasiona.
Como decía antes de desviarme con el asunto de los indios, las tardes las dedicábamos a pasear por el centro y por las noches me reunía con mis amigos  en los lugares donde tocaban. El Cal y Canto, La Quinta Morelos, El Paseo y El Tío Taco, eran los sitios que frecuentábamos. Allí bebíamos cervezas y manteníamos acaloradas discusiones sobre todo lo escrito. Así fueron pasando los días. Nuestra segunda excursión la realizaríamos a Camargo, en el sur del estado. Para eso nos tocó rentar un vehículo. El  apego que tengo al desierto lo descubrí la primera vez que viaje al oasis de Siwa en pleno desierto Libio, luego en marruecos ha seguido la fascinación por lo árido del paisaje y aquí tenía la oportunidad de estar de nuevo en el desierto. Tomamos el coche y nos fuimos en busca de aventura. He de decir que aquí todas las ciudades se parecen. Delicias me pareció igual que Camargo y no muy diferente de Jiménez. 
 Lo cierto es que andábamos buscando algo que no encontremos. En otra ocasión. Así que volvimos ya entrada la noche a recuperarnos del viaje. Aquí las distancias son enormes y como las carreteras no es que sean una delicia (eso sí, son mejores que cualquier parte de centro América y parte de Sur América), pues tardas un huevo en cubrir cualquier tramo. Aprovechamos el hecho de disponer de vehículo para visitar las grutas de Nombre de Dios. Un vestigio de la huella que dejó la minería en la búsqueda de mineral de plata en estas tierras. Lo cierto es que se trata de un lugar casi desconocido y apartado de las pocas rutas turísticas que tiene la ciudad. La visita fue muy interesante a la vez que sofocante ya que la humedad que había bajo tierra era muy alta. 
 Al parecer los conquistadores descubrieron estas grutas persiguiendo a los indígenas que las utilizaban como refugio. Iniciaron la explotación minera para luego descubrir que la beta madre era tan exigua que no valía la pena explotarla. Pese a todo abrieron las galerías en busca del preciado metal y utilizaron a los “gamusinos”, (ojo, no confundir con los animales imaginarios del mismo nombre) que eran los indígenas que utilizaban para ir explorando las diferentes grutas. En estas cuevas se pueden apreciar las estalagmitas y estalactitas depositadas con el paso de millones de años, así como las formaciones calcáreas translúcidas que salpican el recorrido. Lo sorprendente es que  trayecto en el que apenas estuvimos 1 hora, antes tardaban como 12   horas en realizarlo. Hay en la ciudad diferentes construcciones que vale la pena visitar. Entre ellas destacan la Quinta Gameros y el Palacio de Gobierno, en el se encuentra la celda donde Miguel Hidalgo pagó cautiverio por haber declarado la independencia de España. Posteriormente, el padre de la patria fue ajusticiado, decapitado y su cabeza fue trasladada a la capital de Nueva España como escarmiento para sus seguidores.

También cabe mencionar la cantidad de estatuas dedicadas a Pancho Villa conocido como el Centauro del Norte que hay en la city, así como los monumentos a la Diana Cazadora, Cuauhtémoc y diferentes héroes de la independencia. Pancho Villa es otro referente para la ciudad. Este personaje fue héroe y villano por partes iguales. Resulta que cuenta la leyenda que le dio matarile a un tipo que había violado a su hermana y para evitar represalias se echó al monte. Luego de una trayectoria de pillaje, se unió a una partida de bandoleros. En esa época el país estaba dividido en dos facciones y al parecer el grupo al que se unió Pancho Villa se decantó por una de ellas, al parecer la progresista. Sus éxitos en la campaña le valieron el ascenso y el nombramiento de Gobernador Civil de Chihuahua. Este bajó los precios de los alimentos básicos y se convirtió en un líder para la población. Poco después en otra refriega tuvo el valor de irse a Nuevo México y atacar Columbus y no dejar piedra sobre piedra. Ahí ya pinchó en hueso y el ejército de los “estates” lo convirtió en su enemigo mandando a 10. 000 jinetes en su busca. No lograron atraparlo. Amnistiado, se refugió en una finca que le cedió el gobierno por los servicios prestados durante tres años. Más tarde volvió a la política, pero los celos del aspirante a la presidencia hicieron que este conjurara para asesinarlo y así le preparó una emboscada donde acabó con su vida. Fueron trece años muy intensos que dejaron huella en estas gentes y este estado.
Hicimos una nueva excursión esta vez a la Sierra Madre en concreto a la villa de Creel. 
 Este pequeño pueblo enclavado en medio de las montañas es un lugar especial para todo mochilero que se precie. Lo cierto es que no tiene un atractivo especial a parte de los impresionantes paisajes que se contemplan mientras atraviesas estas reviradas carreteras de montaña. La calle principal se ha convertido en un bazar para turistas que hacen el trayecto Los Mochis – Chihuahua y viceversa. La parada de tren de Divisadero te da la oportunidad de contemplar la Barranca del Cobre y si eres más avezado puedes conseguir que  los pueblos tarahumaras de los alrededores te acepten por un par de días y puedas ver como sobreviven estas gentes con lo mínimo. 
 Nada más, el tiempo se nos echaba encima como un mendigo a la salida del banco y lamentablemente tendíamos que abandonar la ciudad en la que me siento como en casa. Muy temprano nos dirigimos  a la estación del Chepe, que es la línea Chihuahua-Pacífico y la única que transporta pasajeros en sus vagones. Nos esperaban 16 horas de subidas y bajadas, de ver ríos y contemplar cañones de hasta 2.000 metros de altura. Ya de noche llegamos a los Mochis para descubrir que la distancia a Mazatlán era de sólo tres horas. No queríamos presentarnos en una ciudad a las 3 de la mañana, no era lo más seguro y por lo tanto decidimos marchar directamente a Guadalajara donde llegaríamos por la mañana haciendo escala para llegar de nuevo a Ciudad de México. Pero eso ya es otra historia.
Antes he explicado brevemente lo aprendido sobre los indígenas que habitaban estas tierras. Otra parte en la cual también fui instruido es la tocante a la independencia de este país del yugo español. Es apasionante ya que pese a haber empezado éste movimiento independentista en 1810 no sería hasta 11 años más tarde cuando se consumaría como país y aún tardaría tres lustros reconocida como nación todo gracias a los padres de la patria mexicanos que no salían de una y se metían en otra. Me estuve informando y ahondé en las diferentes biografías de los mártires de la independencia sólo para descubrir que estas mismas personas que lo que buscaban era quitarse el yugo explotador del español, eran burgueses a los que el único interés que les movía era eliminar sus vínculos con España para poder seguir cometiendo los mismo abusos pero ya siendo una nación libre. 
La historia de México se ha escrito sobre la traición, empezando por “la Malinche” que ayudó a Hernán Cortés a fundir a Moctezuma, Cuitlahuac y  Cuauhtémoc y acabando por la pandilla de traidores que se iban apuñalando unos a otros para conseguir el poder. O ¿acaso una nación tarda 26 años en ser declararse como tal por que si? Evidentemente esto lo digo por la información que he recogido y desde un punto de vista totalmente subjetivo. Durante 5 lustros los padres de la patria se estuvieron dando cera hasta que finalmente se consiguió un consenso, pero no antes. He de decir que los mismos abusos que hacían los “gachupines” como denominaban a los españoles en estas tierras posteriormente lo hicieron igual los indianos,  hijos de “gachupines”  o mestizos que lo único que buscaban era dejar de pagar impuestos a la denostada corona. 




Esto terminó temporalmente con la revolución de 1910, pero desgraciadamente se ha visto que el país en sí tiene diferentes males endémicos y que no son causados precisamente por la herencia española. Es por eso que me toca mucho la moral cuando un tipo me acusa de haber sometido a su pueblo, cuando seguramente serían sus antepasados los que hicieron eso y no los míos. También he podido observar el cambio que ha habido a causa de la lucha del narco contra todo sistema. La gente ya no se plantea hacer fiestas multitudinarias, ya que en una de esas aparecen un grupo de asesinos y te quitan del tabaco. La seguridad también ha aumentado y la presencia policial en las calles es  continua. Aunque la corrupción es otro de los males endémicos que asolan este bello país, ahora se hacen políticas en contra de esta para evitar que los servidores públicos caigan en sus redes, no siempre se consigue, pero de momento las iniciativas para acabar con la corrupción en la base de la policía son muy buenas. Por ejemplo: Se han subido los sueldos a los profesionales de todos los ámbitos de la seguridad ciudadana y tráfico, a los juristas y a los fiscales públicos. Se incentiva la no corrupción dando casas a los funcionarios que durante 5 años haya mantenido limpio su expediente. Es un comienzo tímido, pero es un comienzo.

Bueno amigos he de decir que este relato lo comencé en Cancún 20 días atrás y no ha sido hasta ahora que no he podido terminarlo ya que las circunstancias del viaje no me lo han permitido. En breve publicaremos la siguiente entrada donde describiremos nuestro paso por Guadalajara, Ciudad de México, Pisté y Tulúm. Posteriormente se hará la entrada del resto del viaje por sur América que implica Colombia, Ecuador y Perú. Espero que seáis comprensivos en la cuestión de la espera, ya que realmente no encuentro tiempo para hacer estos relatos. 
 
Como siempre se despiden estos viajeros, ahora agotados hasta la próxima. Muchos besos y abrazos de vuestros amigos Fernanda y Miguel.